06 Dec

Por Tomás Neri

6 de diciembre de 2024


En mi afán por intentar aportar soluciones, sugerencias o propuestas concretas, que puedan ser aplicables en la práctica, y no solo análisis más o menos teóricos, quiero comentar hoy el tema siguiente:

En los medios de comunicación españoles con tendencias a priori derechistas, en tertulias, entrevistas y presentaciones, se escucha continuamente que VOX y el PP deben ponerse de acuerdo y pactar para echar a Sánchez.

Es una petición que dudo mucho se haga en general de buena fe (con algunas excepciones), pues solo se suele plantear a miembros de VOX. Así, lo que en el fondo se pide (bajo una apariencia de ecuanimidad) es que VOX ceda y acepte los postulados del PP. Se sugiere así implícitamente que VOX sería la parte culpable si tal pacto no se produjera.

Pese a lo erróneo y simplista del planteamiento, tengo la impresión de que ha conseguido calar en muchas personas, tal vez debido al buenismo que parece contener y a que, en principio, suena bien. Sin embargo, por mi parte discrepo de este punto de vista, por razones que expondré a continuación.

Quien me conoce sabe que mis ideas son mucho más cercanas a las de VOX que a las del PP, suponiendo (y es mucho suponer) que en este último partido quede alguna idea firme, y no solo un cúmulo de lugares comunes que suenen bien en apariencia, junto con una serie de esquemas dialécticos que permitan defender una idea y la contraria, según convenga en cada momento.

No obstante, obviamente no pretendo en absoluto decirle a VOX (y en ningún caso al PP) lo que debe hacer, pero sí quiero dar humildemente mi opinión a beneficio de inventario.

Desde esta perspectiva, para definir cuál sería la posición lógica a adoptar frente a esa petición de que VOX pacte a toda costa con el PP, es necesario partir de un breve análisis de la actual situación política española:

Como tengo ya escrito, creo que el PSOE, desde su fundación, ha sido y es como una plaga bíblica para los españoles, si cabe aún más virulenta en los últimos tiempos. Si alguien es capaz de encontrar una sola cosa buena que el PSOE haya hecho por España en toda su historia, que lo diga. Por favor, abstenerse de lugares comunes, falsedades, declaraciones rimbombantes vacías y mentiras (ya sé que esto último es casi una imposibilidad material hoy en día para los socialistas, pero sería muy de agradecer el esfuerzo).

En estas condiciones, me parece obvio que no hay nada que merezca la pena tratar de acordar con el PSOE, que después de Zapatero y Sánchez se ha convertido, incluso aún más que antes, en un auténtico erial, en un pozo de amiguismo, intereses particulares, podredumbre y corrupción.

En cambio, la duda puede subsistir en relación con el PP, pese a que, si nos atenemos a la experiencia, el PSOE siempre engañará al PP, el PP siempre engañará a VOX y los nacionalistas regionales siempre engañarán a todos los demás.

A pesar de ello, en circunstancias normales se podría argumentar que VOX debería, con vistas a posibles gobiernos conjuntos, definir interna y claramente en qué temas no hay posibilidad de ser flexibles para pactar con el PP, y en cuáles, si alguno hubiera, podría quedar algún margen de maniobra, aunque fuera temporal.

Pero debo decir que este planteamiento me parece un tanto irreal, por el alto grado de coincidencia que, en la práctica, tienen las políticas defendidas por PP y PSOE. En consecuencia, adelantando ya mi conclusión final, no creo que VOX deba pactar (en sentido estricto del término) nada sustancial con el PP. Si esto se paga con un retraso en que VOX llegue a gobernar, sería por una decisión de los españoles y el precio de la coherencia, mucho más favorable a largo plazo. VOX debe llegar a gobernar por sus propios medios, por sí mismo, cuando una mayoría de españoles esté convencida de ello.

Se me dirá que esto es una utopía. ¿Es una utopía, una realidad o una posibilidad en Italia, Hungría, Francia, Países Bajos, Alemania, Austria, Polonia, Argentina, El Salvador, Estados Unidos y otros varios? Según pasa el tiempo, España y su gobierno son un caso cada vez más anómalo en el mundo occidental y, sobre todo, europeo.

Por supuesto, entiendo que los votos de VOX pueden coincidir con los del PP en cualquier asunto, e incluso llegar a algún acuerdo puntual entre ambos en el escaso terreno común que aún pueda existir. Pero debería ser por propia convicción de VOX y no por un pacto previo del tipo do ut des con el PP, que este terminará con toda probabilidad traicionando a la primera ocasión, en especial si se encuentra en mayoría. Al respecto, el principal objetivo del PP es en realidad que VOX desaparezca, para volver a su amado bipartidismo.

Puede que haya alguna excepción a lo anterior, como se me ocurre podría ser, a falta de un cambio en la ley electoral, un acuerdo preelectoral de unas listas conjuntas para todas las circunscripciones del Congreso, que, teniendo técnicamente en cuenta la ley D‘Hondt, buscara maximizar el resultado global en escaños de la suma PP-VOX, con un acuerdo programático previo entre ambos lo más detallado posible. Pero me parece de todo punto imposible que esto ocurra, por pura y simple falta de intención, sensatez y nivel.

Se me dirá también que así no se podrá echar a Sánchez del poder y que entonces la derecha no gobernará en muchos años. A eso responderé lo siguiente:

Primero, por una cuestión de higiene pública básica, yo deseo tanto como el que más que Sánchez y toda su gentuza se vayan. Comprendo la urgencia en echarle del poder y, por supuesto, creo que sería menos malo tener al PP que al PSOE en esa posición. Pero en realidad todo esto lo considero un medio para conseguir un fin (un cambio de política), y no un fin en sí mismo, pues siempre se puede salir de Málaga y caer en Malagón. Sin embargo, para echar a Sánchez y su tropa del poder, con sus políticas y sus chanchullos, no veo que eso se vaya a conseguir votando al PP, precisamente por las coincidencias que existen entre PP y PSOE.

En otras palabras, ¿echar a Sánchez para qué? ¿Para seguir haciendo en lo fundamental su misma política? ¡Si el PP no para de ofrecer a y alcanzar acuerdos con el PSOE, sistemáticamente favorables a las políticas de este último! Lo que aquí se necesita es una revisión completa de nuestro régimen político, y no solo echar a Sánchez. ¿Se puede esperar esto del PP? Lo dudo muchísimo.

Segundo, ¿cómo que la derecha no gobernará? ¿Desde cuándo el PP es de derechas?

En cuanto a si la dicotomía izquierda-derecha sigue siendo válida o está superada, me parece una discusión hoy por hoy un tanto académica, aunque interesante. Pero, a efectos prácticos de la calle, creo que esa dicotomía sigue en general siendo útil (no sé hasta cuándo), por tenerla todos tan interiorizada y ser tan gráfica y de uso común. Solo me parece claramente no aplicable a los nacionalismos regionales, que hoy por hoy se mueven según otras prioridades.

Si nos atenemos a su propia definición, el PP es un partido de centro reformista (o de extremo centro, como dice algún ocurrente), no de derechas, y les dan sudores fríos si alguien les define así, salvo cuando el auditorio es mayoritariamente derechista. No se trata de maricomplejines (eso sería hacerles un favor), sino de que en realidad sus planteamientos políticos son más socialdemócratas que otra cosa.

¿De verdad son de derechas Núñez Feijóo, Gamarra, González Pons, Montserrat, Sémper, Moreno Bonilla, Prohens, García Margallo y tantos otros? ¿Qué responden cuando les preguntan si lo son? En todo caso, más adelante veremos lo que apoyan en la práctica, pues esa es la prueba del nueve (o, en lenguaje moderno, del algodón), ya que “por sus obras los conoceréis”.

La figura de Ayuso merece una mención especial, pues desde luego es lo más salvable que hay hoy en la dirección del PP: es lo que suele llamarse un animal político, habla claro y a menudo bien, y sus políticas en lo económico son bastante mejores que las del resto. Pero eso no quita que sus políticas de fondo y culturales sean muy similares a las del resto del partido. Como he escrito en otra ocasión, obras son amores y no buenas razones.

No obstante, si hubiera que sustituir a Feijóo, por supuesto yo vería con muy buenos ojos el ascenso de Ayuso a la presidencia del PP, sobre todo por cómo sabe tratar a la izquierda, y no tanto por cómo trata a VOX. Pero, aunque me gustaría equivocarme, dudo muchísimo que eso vaya a ocurrir, pues, precisamente por sus cualidades y por venir de Madrid, Ayuso despertará desconfianza y rechazo en muchos otros, y ya se encargará el aparato del partido de evitar su predominio, apostando por alguien del tipo de Moreno Bonilla, con el que nada mejoraría.

Para muestra de la realidad en que nos encontramos, sin afán de ser exhaustivo (y seguro que me dejo unas cuantas cosas, pues no en vano socialistas y populares votan lo mismo en el Parlamento Europeo más o menos un 90% de las veces), veamos la siguiente lista de cosas que PP y PSOE comparten:

34 cosas que, como el PSOE, ha apoyado o apoya en la práctica el PP como partido, explícita o implícitamente:

  1. El globalismo en general.
  2. La Agenda 2030.
  3. El Pacto Verde.
  4. Normas internas de la UE perjudiciales para el campo español.
  5. Normas de la UE que favorecen a los agricultores de terceros países frente a los españoles.
  6. La ideología de Kamala Harris y los demócratas, en contra de la de Donald Trump y los republicanos.
  7. La aceptación de Teresa Ribera (paripés aparte) como comisaria europea, con sus cerca de 230 muertos a la espalda.
  8. La coalición de Populares, Socialistas, Liberales y Verdes en el Parlamento Europeo.
  9. El análisis propio del fanatismo climático.
  10. Las políticas medioambientales extremas acordadas en la UE (y aplicadas después en España), como por ejemplo la llamada renaturalización ecológica, que luego se traduce en la  prohibición de limpiar y drenar los cauces de ríos, arroyos y barrancos, la destrucción de presas y azudes, etc.
  11. La oposición a la energía nuclear en España.
  12. El Estado de las Autonomías, con sus desastrosos resultados.
  13. Las bases fundamentales de las actuales políticas educativas, tanto a nivel nacional como autonómico.
  14. La inmersión lingüistica en las autonomías: cabe recordar que las políticas lingüisticas de Galicia, Comunidad Valenciana y Comunidad de las Islas Baleares se aprobaron y aplicaron ya inicialmente con gobiernos del PP.
  15. La inmigración ilegal en general, con la discriminación que supone para los inmigrantes legales, entre otros.
  16. El trato mucho más favorable a los inmigrantes ilegales que a familias españolas de pocos recursos o que hayan sido víctimas de catástrofes.
  17. La legalización masiva de inmigrantes ilegales.
  18. La pérdida de la españolidad de Ceuta y Melilla.
  19. La Ley del aborto, que es un caso paradigmático: es verdad que el PP de la época interpuso inicialmente en su contra un recurso ante el Tribunal Constitucional, pero es obvio que después se arrepintieron y cambiaron de opinión (estos son mis principios, pero, si no les gustan, aquí tienen otros); después, no atreviéndose a retirar el recurso, durante más o menos 12 años no hicieron presión alguna para que el Tribunal se pronunciara, esperando hasta que, con la nueva composición del Tribunal que acordaron con el PSOE, el recurso se rechazó de forma inmediata, sin que el PP mostrara oposición o disgusto algunos.
  20. El matrimonio homosexual.
  21. Las leyes trans (nacionales y autonómicas).
  22. La ideología de género y su desarrollo (leyes de violencia de género, etc.).
  23. Las leyes de memoria histórica o democrática (nacionales y autonómicas), con todas sus consecuencias.
  24. La condena total (que no crítica histórica legítima) del franquismo.
  25. Los confinamientos y restricciones de todo tipo con motivo de la pandemia de Covid-19 (movilidad, exigencias de vacunación, prohibición de desplazamientos, etc.).
  26. El último reparto del Tribunal Constitucional, con las nefastas consecuencias que ha traído.
  27. El último reparto del Consejo General del Poder Judicial, con las nefastas consecuencias que traerá.
  28. El último reparto del Tribunal de Cuentas.
  29. El último nombramiento del Defensor del Pueblo y sus adjuntos.
  30. Las recientes modificaciones legales para la elección del Consejo de Radiotelevisión Española.
  31. Las ayudas públicas a sindicatos, patronales y ONGs varias.
  32. La publicidad institucional y las ayudas públicas a medios de comunicación apesebrados.
  33. El desequilibrado sistema de pensiones español.
  34. Por último, aunque no menos importante, el actual sistema fiscal desmesurado y confiscatorio.

Creo que esto es suficientemente gráfico, y lo dice casi todo.

 En la práctica, lo que suele ocurrir es lo siguiente: el PSOE y sus socios proponen y aprueban una medida de corte izquierdista; el PP la critica inicialmente (en el mejor de los casos), pero unos años después, cuando gobierna, no la deroga y la integra en su discurso, por acción u omisión; después, el PSOE, para polarizar y distinguirse del PP, por convicción o por ambas razones, se va todavía más a la izquierda, y el proceso vuelve a empezar. ¿Hace falta recordar la secuencia Zapatero-Rajoy-Sánchez?

Cuestión distinta es si los votantes del PP están de acuerdo con todo esto que la dirección del PP apoya, pero por mi parte ni puedo saberlo, ni me corresponde a mí explicarlo, aunque, al final, tal vez sea este uno de nuestros mayores problemas como país. De hecho, algo similar podría también plantearse respecto de algunos votantes del PSOE (no de sus militantes, entre los que no queda nada salvable). Pero esta posible dicotomía me parece aún más sangrante y menos coherente si se aplica a los votantes del PP.

En fin, no caben aquí equidistancias ni bienquedismo, solo la sinceridad en cuanto a quién es responsable de la falta de acuerdo entre PP y VOX:

¿Quién se tiró toda la campaña electoral de 2023 haciendo alarde de prepotencia, insultando y despreciando a VOX, pidiéndole que no se presentara a las elecciones aquí o allá, y ofreciendo continuamente pactos al PSOE? El PP. Todos sabemos cuál fue el resultado. ¿Habrán aprendido la lección? Lo dudo mucho. Aunque no sea uno de mis refranes preferidos (porque a veces puede ser muy injusto), a menudo la cabra tira al monte.

¿Quién estuvo toda la campaña ofreciendo su mano al PP? VOX, aunque esto como estrategia me parezca un error, pues, ante la imposibilidad de un acuerdo, creo habría que haberse olvidado del PP, haberse concentrado en los posibles votantes y dedicado a transmitir en positivo las propuestas de VOX. ¿Pero quién soy yo para criticar, aunque sea con buena intención?

En todo caso, puedo entender que no sea fácil encontrar el punto de equilibrio entre la inevitable crítica al PP (que puede malinterpretarse fácilmente de manera interesada y desconcertar a posibles votantes potenciales) y la conveniencia de dar prioridad a la difusión de los planteamientos políticos propios.

Solo me queda por decir si creo que en este asunto los españoles de a pie podemos hacer algo en concreto o no. Y sí, algunas cosas hay:

Una, si algunos biempensantes, de buena o mala fe, quieren seguir insistiendo en lo del pacto de PP y VOX a toda costa, allá ellos, aunque francamente tanta insistencia resulta cansina y sospechosa. Pero, en todo caso, tal vez habría que pedir a esas personas que por favor explicaran qué es lo que en concreto debería pactar VOX con el PP (sobre todo a la vista de los temas en los que comparten posición PP y PSOE).

Dos, para resumir, no le veo el sentido a que VOX se engañe sobre lo que el PP es, ni, aún menos, a que pretenda convertir al PP en lo que no es. Pobre de aquel que tenga que empujar al burro para que ande. Que el PP siga su camino, pero, sobre todo, construyamos los demás el nuestro.

Y tres, la principal: en la misma línea de lo anterior, luchemos contra el mantra del PSOE y sus socios de que nada se les tenga en cuenta con tal de que no gobierne la derecha (mantra que sorprendentemente se ha revelado como muy eficaz a efectos electorales). Pero evitemos seguir el camino de tratar de convencer a los votantes de que no somos de derechas (como hace el PP, aunque en su caso sea cierto), con lo que se asume implícitamente el argumento del contrario.

Por contra, y sobre todo, hagamos siempre alarde de ser de derechas (o ultras, negacionistas, fachas o lo que sea que nos llamen), así como de defender nuestra identidad, Patria y cultura tradicional (pues me interesa el hecho y no cómo se exprese), y reivindiquemos orgullosamente todo lo bueno que han traído estas ideas a nuestra sociedad. Es decir, vayamos al choque ideológico y cultural.

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