27 Nov

Por Tomás Neri

27 de noviembre de 2024


Como se vio en el post anterior, las bases teóricas de las que se parte con vistas a futuras entradas de este blog están incluídas y desarrolladas en mi libro “¿Pero qué está pasando aquí?”. Por ello, para dar una ligera idea del contenido de este, incluiré como muestra en el blog el texto de dos de sus capítulos, en los que se desarrollan muy brevemente mis puntos de vista sobre estas dos cuestiones de plena actualidad en España.

La primera, objeto de este post, es una breve toma de posición y comentarios sobre la cuestión del cambio climático. La segunda se referirá, en un nuevo post, a la inmigración ilegal.

Si se deseara más información sobre qué otros temas trata el libro, pueden consultarse su índice completo y otros detalles relevantes en la correspondiente página web de Amazon, o solicitar esos datos enviando un comentario por medio del blog.

"Cambio climático

Otra faceta de la confrontación actual, y también un buen ejemplo de los efectos del relativismo y el desprecio a la realidad, es la proposición que defiende el origen antropogénico del cambio climático.

Nadie niega que el clima cambie, lo que es una obviedad. Pero la intencionalidad política de todo este asunto es también evidente:

No sé si alguien se acordará (yo sí, que todavía tengo memoria, no de la “histórica” ni de la “democrática”, de la otra, de la buena), pero primero fue el problema del agujero en la capa de ozono, que por supuesto la acción humana habría causado. Por cierto, ¿alguien sabe por qué ya no se habla de este asunto? ¿No será porque las previsiones de los alarmistas climáticos no se han cumplido?

Después fue el calentamiento global y las predicciones catastrofistas sobre la desaparición de los hielos árticos y antárticos y la subida del nivel del mar en muy pocos años,  que, por supuesto, ya han pasado hace bastante tiempo, sin que nada de eso se haya cumplido. Mis felicitaciones a Al Gore, por la cantidad enorme de dinero que ha hecho con este asunto (y, nunca mejor dicho, esto no es más que la punta del iceberg).

Ante el error en las predicciones y la aparición de datos que podrían poner en cuestión el calentamiento global, ahora se ha sustituido este último por el cambio climático, expresión mucho más neutra y menos comprometida. Porque, ¿quién va a negar que el clima cambia? Pero no debería ser esta la cuestión principal, sino si el origen del cambio es o no la acción del hombre.

Y, por supuesto, no hay pruebas concluyentes de que el cambio del clima sea causado por el ser humano, no ya exclusivamente, sino ni siquiera en mayor medida que por otros factores. Tanto es así, que no me extrañaría que en algún momento apareciera una nueva teoría, augurando para el mundo una nueva y terrorífica glaciación dentro de pocos años (en todo caso más años de los que vaya a tardar en jubilarse el científico o político proponente de esa teoría, quien mientras tanto se habrá hecho rico con ella).

Todo este asunto, aunque se arguya un supuesto “consenso científico” al respecto, habitualmente no se plantea en absoluto como una cuestión basada en la ciencia, y que como tal debería estar sometida a los procedimientos metodológicos normales para verificar o falsificar cualquier teoría científica.

Por contra, se enfoca como un planteamiento en la línea que apuntan las teorías de la sociología de la ciencia, según las cuales la conversión de una teoría científica en creencia deriva, más que de la propia realidad, de razones sociológicas.

En este caso, la transformación de una hipótesis científica en creencia se consigue por diferentes vías: favoreciendo los intereses profesionales y económicos de los científicos que apoyan dicha hipótesis, y haciendo lo contrario para el resto, usando los medios de comunicación de masas y la política para convencer y adoctrinar a la población, etc.

Se utiliza así el concepto del cambio climático por conveniencia política, como excusa para justificar la adopción de medidas de control, cambios en la producción industrial, reducción de la agricultura y las poblaciones rurales en países occidentales, etc.

Y hay que reconocer que, en este caso, la sociología de la ciencia ha resultado ser una teoría cierta, aunque sus frutos ya no se puedan considerar ciencia, sino sociología y política.

Esto lleva incluso a planteamientos tan enloquecidos como que es necesaria una fuerte pandemia, para reducir considerablemente la población mundial, y evitar así la contaminación y el cambio climático producidos por los seres humanos (por supuesto, sin que los autores de esta propuesta se presenten voluntarios para ser los primeros en esa reducción de la población).

Pero el principal problema está en la dificultad práctica de oponerse a ello, dado el abrumador predominio de lo que se ha convertido en una creencia básica del mundo occidental.

A pesar de esta dificultad, aunque a uno le llamen negacionista (y a mucha honra) u otras estupideces, es cada vez más necesario llevar este tema hacia un debate puramente científico, que aplique principios epistemológicos correctos, y defender a ultranza ese enfoque científico."

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